Su imagen fue honrada durante la Guerra Civil Española y la dictadura
franquista como icono y mártir al servicio de la propaganda del instaurado "
Movimiento Nacional." Su muerte fue silenciada en el bando nacional durante dos años, recibiendo el apelativo de
El Ausente. Terminada la guerra su nombre encabezó todas las listas de fallecidos de dicho bando, llegándose a poner la inscripción
"José Antonio ¡Presente!" en la gran mayoría de las
iglesias españolas. Es el único líder político de su período al que se conoce exclusivamente por su nombre de pila, pues gozó de gran carisma entre sus seguidores.
Ramón Serrano Suñer solía decir que si se hubiese presentado vivo en
Salamanca el único "Caudillo" hubiese sido él y nadie se hubiera atrevido a tocarle, ni siquiera
Francisco Franco, tan beneficiado con su muerte.
Fusilamiento y repercusión
Cuando el 18 de julio de 1936 se produjo la insurrección, José Antonio Primo de Rivera seguía preso en la cárcel de
Alicante. El día anterior, él y su hermano habían estado recogiendo sus pertenencias, lo que permite pensar que daban por hecho su salida de Alicante. Con anterioridad a esa fecha existieron diversos planes para posibilitar su fuga. Entre ellos uno que lo llevaría en una avioneta a la ciudad de
Orán,
Argelia, y otro a
Mallorca en una embarcación. Todos fracasaron antes de iniciarse. También existió un ofrecimiento, muy cercano al día 18, de un grupo de oficiales alicantinos que utilizarían un camión de la
Guardia de Asalto para alejarlo de Alicante; ofrecimiento que fue rechazado por Primo de Rivera.
El 13 de julio trasmitió una orden para concertar la acción de falangistas y militares simpatizantes en
Valencia, Alicante,
Alcoy y
Cartagena. Varios militares estuvieron reunidos en el hotel Victoria de Alicante donde se alojaban su hermana
Pilar y su cuñada. El 17, su hermana y su cuñada se dirigieron a Alcoy para pedir a los falangistas que se acuartelaran con los militares; a su regreso fueron detenidas con la orden de permanecer bajo arresto en su propio hotel (el 1 de agosto serían encarceladas en el Reformatorio de Adultos de Alicante). El levantamiento fracasó en Valencia y Alicante y esto frustró el intento de su liberación. Grupos de falangistas salieron el día 19 de diversos pueblos de la
región levantina en dirección a Alicante. Uno de los grupos, el más numeroso, que había salido desde
Rafal fue detenido a tiros por la Guardia de Asalto. Enterados de este hecho, los otros grupos desistieron.
En los cuatro meses que mediaron hasta su muerte, Primo de Rivera suavizó su discurso. Unos meses antes había expresado su opinión sobre la guerra:
"Es un elemento de progreso. ¡Es absolutamente necesaria!" En estos meses hablaría del fin de las hostilidades y de reconciliación.
La aparente transformación experimentada por José Antonio a lo largo de los siguientes cuatro meses daría pie a la idea, posteriormente muy extendida, de que podría haber sido la gran oportunidad perdida para reconciliar ambos bandos en la guerra civil española. En agosto propuso un plan para poner fin a la contienda. El día 14, José Antonio diría a Martín Echeverría (Secretario de la Junta Delegada para Levante):
"España se deshace. El triunfo absoluto de un bando, no supervisado por nadie, puede traer de nuevo las guerras carlistas: un retroceso donde perecerán todas las conquistas de orden social, político y económico, la entrada en un periodo de tinieblas y torpeza".
Diego Martínez Barrio, que acompañó a Echeverría, narra así la entrevista:
Supe que el señor Primo de Rivera había propuesto al señor Martín Echeverría, para que éste, a su vez, lo trasladara al Gobierno, que se le permitiera salir de prisión, donde se reintegraría al cabo de cierto tiempo, para lo cual daba su palabra de honor, con el fin de realizar una gestión en el campo rebelde orientada a la terminación de la guerra civil y al sometimiento de los militares y civiles rebeldes contra la República, al gobierno legítimo. Hablaba también de unas soluciones intermedias que podrían ser base de esa negociación; pero recalcaba, insistía, en la necesidad de que se pusiera término a la contienda que se había iniciado, porque creía él, como español, que la contienda sumiría en el caos y en la ruina a la patria.
Conferencia pronunciada por Martínez Barrio en México en 1941.
Redactó un guion que ocupaba una hoja por ambas caras en el que se analizaba la situación política y se definían una serie da acuerdos para acabar con la contienda; en otra hoja aparte se encontraba la lista de nombres que formarían el gobierno de reconciliación. El plan contemplaba el acatamiento a la legalidad de la República y una amnistía para los sublevados. El gobierno de reconciliación estaba formado, principalmente, por republicanos moderados y no figuraba ningún militar. El plan no fue tenido en cuenta por el Gobierno, según opinión de Martínez Barrio, los rebeldes no habrían depuesto las armas ante tal propuesta y, también, "no había posibilidad de arrancar a la acción de la justicia la persona del jefe de Falange Española".
Su situación en la cárcel vino a agravarse cuando tras las protestas de otros reclusos por los privilegios de que disfrutaban los hermanos, y una vez cambiado el director de la cárcel, se descubrieron en su celda dos pistolas y cien cartuchos. Desde entonces permanecieron incomunicados con el exterior, prohibiendo que recibieran correo, prensa y escucharan la radio, como había ocurrido hasta entonces.
Desde el bando
nacional existieron diversos intentos de liberación. El Gobierno de la República recibió varias ofertas de los rebeldes para canjearlo. Quizá, la que más posibilidades tuvo de llegar a un acuerdo sería la que proponía el intercambio del hijo de
Largo Caballero (entonces Presidente del Gobierno). Se reunió el Consejo de Gobierno, Largo Caballero se abstuvo de intervenir y, finalmente, el Consejo lo desestimó. Fracasados los intentos de canje, se desarrollaron varias operaciones tipo
comando con el conocimiento y la aprobación de
Franco. Dos de estas operaciones se realizaron con la colaboración del
Tercer Reich alemán, se contaba con el apoyo de la legación diplomática alemana en Alicante, se disponía de dinero para sobornar a quienes lo custodiaban e intervinieron torpederos alemanes para acercarlos al puesto de Alicante. Estas operaciones fracasaron como también fracasaría una tercera en la que intervenía un buque de la naviera Ybarra.
El 3 de octubre se inició el sumario contra los dos hermanos, la cuñada (Margarita Larios, mujer de
Miguel) y varios carceleros. La acusación era la de conspiración y rebelión militar, lo que conllevaba la pena de muerte. El Tribunal Supremo nombró a un magistrado de la Audiencia de Madrid para llevar la causa y el 11 de octubre se iniciaron los interrogatorios de acusados y testigos. José Antonio Primo de Rivera compareció por primera vez ante el tribunal el 3 de noviembre, negando todos los cargos. La vista oral tuvo lugar los días 16 y 17 de noviembre. Primo de Rivera contestó con evasivas a las preguntas del fiscal. Negó haber tenido contactos con elementos contrarios a la República, negó haber contribuido a la preparación de la insurrección y negó haber intervenido en el levantamiento de la Falange en Alicante, alegando que estaba incomunicado en su celda, algo que se contradecía con el flexible régimen de visitas que disfrutaba en aquellos días. El jurado se retiró a deliberar y tras cuatro horas, a las dos y media de la madrugada, salieron con el veredicto de culpabilidad. José Antonio Primo de Rivera fue condenado a muerte por conspiración, su hermano Miguel a cadena perpetua por el mismo delito y Margarita Larios a seis años y un día como colaboradora. En el mismo juicio se absolvió a los tres carceleros que estaban acusados de complicidad.
La sentencia fue confirmada por la Corte Suprema. El comunista
Jesús Monzón, Gobernador Civil de Alicante, trató de retrasar la ejecución, pero el comité de Orden Público local ordenó la ejecución de la sentencia para la mañana del día 20. La sentencia se cumplió, según versiones, sin esperar el enterado del Gobierno. En el libro
La pasión de Pilar Primo de Rivera (2013), su autor, José María Zavala, recoge el testimonio de Joaquín Martínez Arboleya, presente en el patio de la cárcel, de que antes de morir fue maniatado y fusilado, disparándosele a las piernas, para prolongar su agonía, hasta que el miliciano cenetista Guillermo Toscano Rodríguez le disparó en la sien. Según Martínez Arboleya, cuyo testimonio también se recogió en
La pasión de José Antonio (Zavala, 2011), gritó dos veces "Arriba España" antes de morir, una al ser fusilado y otra antes del tiro de gracia en la sien. Toscano fue preso y finalmente fue fusilado en la prisión de
Granada en junio de 1941, pese a que en su expediente había una declaración de perdón de los hermanos de José Antonio.
En su testamento dejó constancia de su deseo: «Que sea la mía la última sangre española vertida en discordias civiles». Otra de sus frases más conocidas es: «Que todos los pueblos de España, por diversos que sean, se sientan armonizados en una irrevocable unidad de destino». La noticia de su muerte llegó pronto a la zona nacional y fue silenciada durante los dos años siguientes, llegándosele a conocer como "el ausente". La figura del mártir, ampliamente explotada en los años siguientes, resultaría quizá más útil y menos incómoda que la del líder político. Además, mientras Primo de Rivera permaneciera vivo pero «ausente», los líderes de Falange no intentarían dotarse de un nuevo líder, siendo así más manejables por la voluntad de Franco de concentrar todo el poder en sus manos. Después de su ejecución se convirtió en un mártir simbólico, y el cumplimiento de sus supuestos planes para España dotaron de una falsa justificación prácticamente para cada acto del Caudillo.
Se ha especulado sobre si desde el bando sublevado se hizo o no lo suficiente para preservar su vida. Las relaciones de Primo de Rivera y Franco nunca fueron buenas. Primo de Rivera, en las elecciones por Cuenca se negó a que Franco figurara junto a él en la lista de candidatos; y Franco, posiblemente, no le perdonase esa actitud. Lo cierto es que la muerte de Primo de Rivera facilitó a Franco la posterior utilización de la Falange.
Ramón Serrano Suñer relata en sus memorias:
"Respecto al mismo José Antonio no será gran sorpresa, para los bien informados, decir que Franco no le tenía simpatía. Había en ello reciprocidad pues tampoco José Antonio sentía estimación por Franco y más de una vez me había yo - como amigo de ambos - sentido mortificado por la crudeza de sus críticas".
El fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera eliminó del bando rebelde al único líder con carisma que podía hacer sombra a los militares, dejando el camino expedito para la conversión de la Falange en partido único del régimen, unificada con los
tradicionalistas, pasó a llamarse
FET de las JONS con Francisco Franco como jefe nacional.
Tras el final de la guerra, el cuerpo fue exhumado y llevado a hombros desde Alicante hasta el Escorial. Y una vez terminada la basílica del
Valle de los Caídos, Francisco Franco ordenó que su cadáver fuera trasladado y sepultado allí.
"José Antonio Primo de Rivera no llegó a alcanzar una significativa influencia política mientras vivió; sólo contribuyó negativamente a acelerar y aumentar el desastre español. Su fama y apoteosis sólo llegaron de modo póstumo y probablemente no lo hubieran hecho nunca de otro modo. [...] Sin embargo, muerto llegó a ser objeto del más extraordinario culto al mártir de toda Europa contemporánea, lo que, a la larga, le ha garantizado una posición, un estatus, y un papel que nunca podría haber consumado en la vida real".