A raíz de esta catástrofe, en 1972 el gobierno del Perú fundó el
Instituto Nacional de Defensa Civil, el cual, además de preparar a la
población acerca del actuar durante un terremoto, conmemora el 31 de
mayo con un simulacro de sismo a nivel nacional.
Las muertes se calcularon en 80.000 y hubo aproximadamente de 20.000
desaparecidos, algunas fuentes elevan las víctimas mucho más alto. Los
heridos hospitalizados se contabilizaron en 143.331, si bien en lugares
como Recuay, Aija, Casma, Huarmey, Carhuaz y Chimbote la destrucción de edificios osciló entre 80% y 90%. Se calculó el número de afectados en 3.000.000. La Carretera Panamericana sufrió graves grietas entre Trujillo y Huarmey, lo que dificultó aún más la entrega de ayuda. La central hidroeléctrica del Cañón del Pato quedó también afectada por el embate del río Santa y la línea férrea que comunicaba Chimbote
con el valle del Santa y quedó inutilizable en un 60% de su recorrido.
Con esta catástrofe el Perú sacó volutariamente a la Brigada de
Defensa Civil Peruana para evitar que vuelva a suceder algo tan
terrible; el general Juan Velasco Alvarado, que era el presidente del país en ese entonces, tomó un barco para llevar personalmente la ayuda a Chimbote.
Sin duda alguna, la zona
andina de
Ancash, la pintoresca área del
Callejón de Huaylas, resultó siendo el
área más castigada por el terremoto. La Ciudad de
Huaraz
se destruyó en un 97%, el cuadrilátero de la Plaza de Armas, fue lo
único importante que no se destruyó, luego del sismo, la ciudad quedó
oscurecida por un
negro manto de
polvo,
unas 10.000 personas fallecieron, solo en el "Colegio Santa Elena",
murieron 400 personas. El resto de ciudades y pueblos del Callejón de
Huaylas también fueron destruidos casi por completo, desde
Recuay por el sur, hasta
Huallanca por el norte. La tercera ciudad en importancia, Yungay terminó sepultada junto a Ranrahirca por un
alud,
desapareciendo 25.000 moradores. Los aludes y derrumbes obstaculizaron
caminos y carreteras, y estancaron partes del Río Santa. El
ferrocarril que unía a
Chimbote
con Huallanca desapareció. Los pobladores se disminuyeron en cantidad.
Costa de Áncash y Callejón de Conchucos. En la zona costera, los
efectos del sismo destruyeron grandes sectores de la Carretera
Panamericana entre Huarmey y
Trujillo (
Departamento de La Libertad). Tanto la ciudad y el Puerto de
Chimbote
quedaron con averías incuantificables, en la zonas de San Pedro y
Lacramarca todas las construcciones se derrumbaron, al igual que las
industrias pesqueras y daño similar a las metalúrgicas, en algunas áreas
el suelo se agrietó hasta expulsar chorros de agua de hasta un
metro de altura, la ciudad perdió más de 2.800 habitantes. En
Casma, una vieja ciudad de adobes murieron 800 personas, y más hacia el sur, en
Huarmey 100. La
Provincia de Bolognesi,
con 1.800 víctimas, refirió cuantiosos derrumbes que incomunicaron a
pueblos completos, donde se da referencias que algunas personas
enterraron a sus parientes sin notificar. La zona andina siguiente al
Callejón de Huaylas, conocida como
Conchucos, quedó con daño
moderado debido a la gran cantidad de energía que absorvió el macizo de la
Cordillera Blanca,
pero aún así muchas de las construcciones quedaron inhabitables, y
muchas personas murieron mientras se encontraban en laborando en áreas
agrícolas debido a derrumbes en los cerros contiguos. La zona quedó
aislada hasta meses del resto del
país.
El aluvión en Yungay
El fuerte y prolongado sismo de 45 segundos, provocó el desprendimiento de hielo y rocas del pico norte del nevado
Huascarán, produciendo un alud estimado en 80 millones de
pies³ de hielo, lodo y piedras que medía 1,5 km de ancho y que avanzó los 18 km a una velocidad promedio de 280 a 335
km/h.
Durante los tres minutos que la avalancha tardó en llegar a la ciudad,
la población yungaina quedó desorientada debido al eco que producía el
aluvión en los cerros de la Cordillera Negra por lo que pensaron que
este venía desde ese flanco y corrieron en dirección al alud. Cuando el
aluvión chocó contra la pared de la quebrada del río de Ranrahirca,
desvió su curso violentamente unos treinta grados en dirección sur, pero
una tercera parte de la masa saltó esa barrera natural (que ya había
salvado a
Yungay de un aluvión en 1962) sepultando completamente a la segunda ciudad más importante del
Callejón de Huaylas, mientras que la corriente mayor arrasó con el pueblo de
Ranrahirca, matando en total a más de 20 000 personas.
«...Sentimos un tremendo ruido que se presentaba de ambos lados... el
ruido se asemejaba al de muchos aviones... no sabíamos por donde venía
ni que pasaba, en esos momentos no nos acordábamos del Huascarán...
Finalmente vimos el aluvión de lodo completamente negro con más de 400
metros de altura que avanzaba botando chispas de distintos colores...»
Relato de una superviviente, en 1970
En Yungay sólo se salvaron aproximadamente 300 personas separadas en
dos grupos, 90 personas que corrieron hacia el cementerio de la ciudad
(una antigua fortaleza preinca elevada), y un numeroso grupo de niños
que asistieron a un
circo itinerante llamado Verolina y que estaba ubicado en el estadio a 700 metros de la plaza mayor.
Las labores de rescate y evacuación que puso en marcha el gobierno
central sólo procedieron mediante vía aérea luego de dos días de la
tragedia debido a la densa nube de polvo que se levantaba a 2700 metros
sobre el nivel de la zona de la tragedia.
Así es que la
provincia de Yungay
alcanzó las cifras más altas en cuanto a mortalidad: 25.000 personas.
El aporte internacional tuvo gran importancia en el momento de la
emergencia, diversas organizaciones mundiales brindaron su apoyo. La
magnitud de su cooperación no sólo fue en el momento de la emergencia
sino también en la rehabilitación de la zona afectada y en el futuro
desarrollo de la región. Sin embargo, la destrucción de las vías de
comunicación de la zona y la falta de planeamiento le dieron una cuota
de ineficiencia. Por ello es que el
28 de marzo de
1972 se crea el Instituto Nacional de
Defensa Civil, para que se encargue de coordinar la prevención y la ayuda en caso de posteriores desastres.
A raíz del terremoto de
1970 que asoló varias ciudades del Callejón de Huaylas y que motivó la solidaridad de diversos países, Yungay recibió el nombre de
"Capital de la Solidaridad Internacional".
Ruinas de la catedral de Yungay