Nadie la llama y viene
Nadie la llama
y viene
como el viento...
...nadie saberla nadie...
Saberla nadie la sabe,
porque no tiene nombre
ni mandamiento.
Con el mandil,
sécate los ojos
quedito, quedo
con el mandil
o con el pañuelo...
primita mía,
¿A quién se lo vas a decir?
Algunos le decían
«Que te espero»,
...ay que te espero, niña, ay que te espero...
y nada se meneaba,
ni una hoja del bosque
ni un cabello.
Con el mandil.
(...)
Han pasado los días
como sueño;
ovillo de lana roja
se le escapa a la vieja
de entre los dedos.
Con el mandil.
Algunos le decían
«Que te espero»,
nada se meneaba,
ni una hoja del bosque
ni un cabello.
Con el mandil.
Y sentados en corro,
sonriendo,
lo inesperado esperamos,
que se levante
un soplo
de tiempo fresco.
Con el mandil.
Agustín García Calvo