MI SOMBRA
Dudó mi
sombra y eligió seguirte,
¿qué
podía yo hacer sino seguirla a ella?
Un
hombre sin su sombra poco respeto infunde.
No es
alguien de fiar quien no lleva bolsillos,
ni
envés, ni torcedura
de
gesto, ni sombra
en que
se aquieten las palabras más tiernas.
Yo
cruzaba la plaza como quien cruza un río,
no
quería quererte:
nunca
estuvo en mis planes; fue mi sombra
quien
decidió.
Pídele a
ella cuentas
de por
qué ya no dudo,
y la
sigo dichoso para seguirte a ti.
Federico Gallego Ripoll